Economías Regionales. Veamos también el vaso medio lleno
Economías Regionales. Veamos también el vaso medio lleno
Cr. Domingo R. Godoy
La motivación
Lamentando la actitud de no pocos medios -en los que se insiste que la mala noticia es noticia y la buena no- nos vemos impulsados a salir a esclarecer. Expresamos que la peligrosa propagación de medias verdades, referida al sector de la economía social -y a sus protagonistas- perjudica sensiblemente a los actores como personas y por otro lado lesiona la actividad productiva que estuvieran desarrollando: en este caso los procesos vitivinícolas.
La mala administración lesiona a cualquier empresa; pero las palabras ligeras, los infundios o generaciones de sospechas le hacen peor, sobre todo, a las entidades de personas. A esto se agrega el oportunismo de los vientos “desreguladores”, a los que se suman oportunistas de poca profundidad conceptual. Esto lo decimos, porque pocos conocen la diferencia importantísima entre sociedades de personas y de capital. Así, debemos recordar que la gestación de casi la totalidad de las cooperativas vitivinícolas argentinas que existen en la actualidad, que sobrepasa en número de 25 -hoy responsables de 25.000 hectáreas de vid que es de casi el 18% de la superficie provincial mendocino- se iniciaron en un momento en el que estaban dadas las riesgosas condiciones para que se produjera un monopolio u oligopolio de la actividad. Una prudente maniobra bien aplicada -sustentada en la solidaridad y subsidiaridad- lo impidió y multiplicó la cantidad de pequeños propietarios asociados, para defender sus bienes.
Haciendo memoria de la estrategia
El proceso de reestructuración de Bodegas y Viñedos GIOL EEIC, como empresa del Estado provincial, culminó exitosamente con el traspaso y pago de la empresa, por parte de más de 5000 productores -que hoy 2025- se mantienen integrados. En casi medio siglo, han crecido y fortalecido como personas, como familias, esos integrantes de la Cooperativa Fecovita. Se han capitalizado, desarrollado tecnológicamente y modernizado; ampliado la cantidad de capacidad productiva incorporando nuevos productos, abriendo mercados en el exterior y optimizando la calidad de sus vinos y uvas. Esto la ha llevado a ser una de las industrias alimentarias más importantes del país. Varios de los hoy -injustamente cuestionados dirigentes a nuestra manera de ver- fueron los dedicados gestores de un procedimiento que involucró o rescató la solución estructural de aquella débil viticultura y de esa errada solución que flotaba de la mano de una tendencia estatizante…Esa respuesta oportuna, fue pionera -paradójicamente- de lo que hoy se lo podría ver como novedoso.
Consecuencias, hoy no muy reconocidas
El accionar asociativo, iniciado en los `90 del siglo pasado, ha tenido el resultado lógico que pregonamos como logro de la solidaridad en acción. Uno de las conclusiones es la eliminación de cargos burocráticos -sin sentido en una actividad dinámica como la vitivinícola- y la generación de funciones estratégicas, así como el aggiornamento laboral en general. Hoy el trabajo personal es el 26,7% del empleo agrícola y cerca del 25% del empleo industrial vitivinícola; representando casi $72.000 millones en sueldos. Genera esta asociatividad, más de 10.000 puestos de trabajo directos; 6.575 empleos en producción primaria y 3.650 empleos en elaboración y fraccionamiento.
Rescatamos -del informe de la ACOVI. (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas) sobre el Impacto Económico del Sistema Cooperativo Vitivinícola en la Economía de Mendoza – datos contundentes. Este estudio, elaborado por orden de la Gerencia de ACOVI -que concentra cerca del 30% de la actividad vitivinícola- fue presentado ante importantes y representativas entidades del tercer sector económico mendocino, como la Asociación de Viñateros; la UCIM (Unión Comercial e Industrial de Mendoza); la FEM (Federación Económica de Mendoza); UIM (Unión industrial de Mendoza); AEM (Asociación de ejecutivos de Mendoza); ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas); la UVA. (Unión vitivinicola Argentina); la Asociación de Viñateros de Mendoza y la Cámara Argentina de Graneles.
Como Pyme, las cooperativas vitivinícolas -lamentablemente no reconocidas, pero que económicamente funcionan como tales – participan de la generación del 50 % del PBI nacional y realizan un aporte de casi 200.000 millones de valor agregado que equivale al 3,4% del PBG de Mendoza. Dice ese informe, que la cadena vitivinícola completa, explica el 12,4% del valor agregado provincial. La demanda de insumos y tecnología blanda asciende a casi $180.000 millones invertidos en consumo intermedio (agroquímicos, envases, logística, energía y servicios) y aportan a los niveles estatales, más de $15.800 millones.
Entonces…
Antes esta información, menospreciar al sector; hablar con ligereza de las circunstancias que accidentalmente lo acompañan; entenderlo como parte del pobrismo, es una superficialidad que -como anticipamos- se da en varios personajes y sectores. Advertimos que la difusión de mala imagen de los “integrados” -queriéndolo o no- beneficia al individualismo de otros. Creemos que la Economía Social es muy significativa con su presencia de peso; que es la forma de crecimiento armónico; que ayuda a la generación de cadenas de valor; que fomenta el arraigo, demostrándolo con su presencia provincial, regional y nacional. El cooperativismo en particular y la asociatividad en general, merecen que los poderes públicos y privados les presten atención como gestores de desarrollo.
