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Economía circular y biocombustibles a nivel municipal

Economía circular y biocombustibles a nivel municipal

La economía circular y los biocombustibles aplicados a nivel municipal pueden convertir residuos rurales y urbanos en desarrollo económico, energía limpia y empleo local. Un modelo que pone a los pueblos en el centro de la transición energética.

Lic. Witold R. Kopytyński

La recuperación de residuos orgánicos, agrícolas y forestales para producir biocombustibles renovables puede convertirse en un verdadero motor de desarrollo local cuando se gestiona de manera descentralizada a nivel municipal. A continuación, veremos cómo funciona este enfoque, sus ventajas y algunas claves para implementarlo:

La economía circular y los combustibles renovables se erigen como dos pilares esenciales para reforzar la descentralización y fortalecimiento del desarrollo municipal. Transformar el modelo productivo hacia uno más sostenible y capaz de generar valor económico y social en el territorio. En esta transformación, las zonas rurales adquieren un papel estratégico que no puede pasarse por alto.

La economía circular permite optimizar el uso de los recursos y reducir la generación de residuos, al tiempo que impulsa nuevas cadenas de valor basadas en la reutilización de materias primas secundarias. Esto implica sustituir el modelo lineal —de extraer, usar y desechar— por un sistema regenerativo, donde residuos como aceites usados, grasas animales o subproductos agroindustriales se convierten en insumos para una nueva industria circular. Lejos de ser desechos, estos materiales pasan a ser activos estratégicos, con capacidad para dinamizar el tejido económico rural.

Una de sus claves es reincorporar al ciclo productivo materiales contenidos en los residuos, sustituyendo recursos naturales no renovables y reforzando la protección ambiental y la salud pública.

La recuperación de residuos orgánicos, agrícolas y forestales como materia prima para producir combustibles renovables abre una vía de desarrollo industrial descentralizado. Infraestructuras como plantas de pretratamiento, biorrefinerías o centros logísticos pueden localizarse cerca de los puntos de generación, lo que disminuye costos de transporte, mejora la eficiencia energética y genera empleo directo e indirecto en el entorno local.

Para que este cambio sea sostenible, debe construirse integrando a pymes rurales, cooperativas agrarias y otros actores locales en estas nuevas cadenas de valor permitiendo reforzar el capital social y económico de los territorios. La economía circular no solo transforma procesos productivos: también fortalece comunidades.

Impulsar estas industrias circulares permite reducir emisiones netas fortaleciendo su competitividad y la cohesión territorial. Para que este potencial se materialice, es indispensable un marco regulatorio alineado con los retos y capacidades del sector.

Esta visión debe estar respaldada por una concepción que devuelva valor a lo local. Porque las zonas rurales no son solo el escenario de esta revolución circular: son su palanca. Con empleo, emprendimiento y tejido productivo, los pueblos pueden convertirse en protagonistas de la transición energética.

Materias primas disponibles

Hay abundancia de sustratos (materias primas) disponibles tanto en el medio rural como en los pueblos y ciudades, que de otra manera se desaprovechan sin recuperar su valor energético. Podemos hacer una rápida enumeración: Residuos orgánicos urbanos (Restos de comida, poda de parques y jardines, lodos de tratamiento de aguas), Residuos agrícolas (Cáscaras de frutas, pajas y rastrojos (cereal, caña de azúcar, escobajo), residuos post‑cosecha (semillas dañadas, tallos), Residuos forestales, (Aserrín, virutas, corteza, ramas).

Estos flujos, que habitualmente se depositan en vertederos o se incineran sin aprovechamiento, pueden reconvertirse en cadenas de valor energético y económico.

Principales tecnologías de conversión

Hay varias tecnologías, dependiendo de la escala y disponibilidad de sustratos (fermentación alcohólica, transesterificación para biodiésel, pirólisis lenta para bio-aceite). En esta nota haremos foco en la degradación anaeróbica en fase seca, que permite la obtención de biogás con un contenido de 60 a 65% de biometano, y es aplicable a escalas de producción micro a grande dependiendo de la cantidad anual de sustratos. Plantas de gran escala para esta tecnología van de las 60 a 100 mil toneladas año. En cada medio municipal o consorcio de municipios puede diseñarse y escalarse conforme la cantidad y tipo de sustratos y las distancias a un punto central de procesamiento. El biogás obtenido puede aprovecharse de varios modos, sea para la generación de electricidad y energía térmica en calderas locales, para la distribución en redes urbanas municipales, para inyección en las redes troncales, como combustible vehicular, o para su envasado en garrafas o cilindros.

Esta tecnología permite una gran descentralización: Plantas compactas (0,5–2 MW) o biodigestores modulares pueden instalarse en cooperativas rurales, consorcios de municipios o eco‑parques, así como permiten la integración en la cadena local. Los residuos urbanos se recogen puerta a puerta o en centros de acopio. Los residuos agroindustriales (tambos, granjas avícolas, bodegas, procesamientos de frutas y verduras, residuos de mercados de abasto) pueden tener una logística desde el nivel municipal para su confluencia al centro de procesamiento.

Beneficios socio‑económicos y ambientales

El primero es la generación de empleo local en recolección, clasificación, operación de plantas y mantenimiento. También se logra diversificación de ingresos para productores por la venta de residuos; tarifa de tratamiento de lodos; co‑propiedad de la planta. Otro aspecto importante es la eliminación de costos de relleno sanitario, y la eliminación de descargas descontroladas en basurales. También se logra menos transporte y peajes; alargamiento de la vida útil de los rellenos controlados. Un tema significativo es el de la seguridad energética, ya que permite tener a nivel municipal un autoconsumo de electricidad/calor y biocombustible vehicular; así como menor dependencia de combustibles fósiles, al tiempo que permite la mitigación de emisiones cerrando el ciclo de carbono, evitando emisiones de metano en vertederos y quema a cielo abierto. Finalmente contribuye al desarrollo de la economía circular mediante el ciclo Residuo → Energía → Fertilizantes (digestato del biogás) → Suelo.

Claves para su implementación municipal

A efectos de recorrer una hoja de ruta para la instalación de estos centros municipales de procesamiento para la obtención de biogás podemos mencionar los siguientes pasos: Diagnóstico de disponibilidad de residuos, Cuantificar flujos orgánicos y agroforestales en la zona; Modelos de gobernanza colaborativa, Alianzas público‑privadas; cooperativas de productores; consorcios intermunicipales; Escalonamiento progresivo, Iniciar con un biodigestor o planta piloto, evaluar rentabilidad y replicar; Incentivos y marco regulatorio, Tarifas de tratamiento, certificación de biogás/biometano, subsidios a energías renovables; Formación y extensión técnica, Capacitar a operarios, técnicos municipales y productores rurales; Integración con otras cadenas, Residuo → Energía → Digestato → Hortalizas/forrajes → Ganadería.

Un ejemplo son los biodigestores comunitarios en cooperativas tamberas de Argentina, donde el digestato se usa para fertilizar pasturas y el biogás alimenta la caldera de la quesería.

 

Casos disponibles, a modo de ejemplo para la implementación a nivel municipal

Existen experiencias locales, como biodigestores en cooperativas lácteas o tamberas en Córdoba Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, donde se concentran la mayoría de los proyectos piloto.

¿Qué se conoce a partir de estos casos concretos?

  • Capacidad típica de las unidades:
    • Digestores de 50 a 200 m³, capaces de procesar entre 10 y 80 toneladas de sustrato al año (estiércol y residuos orgánicos).
  • Producción estimada de energía:
    • Un biodigestor de unos 100 m³ puede generar entre 25 y 50 kW eléctricos, suficientes para el autoabastecimiento energético en una planta pequeña.
  • Destino habitual del digestato:
    • Usado como fertilizante orgánico para pasturas o cultivos forrajeros, cerrando ciclos productivos.
    •  

¿Qué se podría hacer para avanzar?

 

Requisito

Acción sugerida

Registro nacional

Impulsar un censo oficial de biodigestores en cooperativas tamberas.

Monitoreo técnico

Establecer indicadores clave: número de plantas, capacidad, sustrato, energía.

Asistencia y financiamiento

Incentivos provinciales y nacionales para la replicación.

Redes de colaboración

Compartir experiencias entre regiones (replicabilidad y escalamiento).

Investigación aplicada

Apoyo de universidades y centros de I+D para validación científica y técnica.

Hay información valiosa sobre experiencias concretas en biodigestores tamberos en la provincia de Buenos Aires, especialmente vinculadas al INTA y a la cuenca lechera bonaerense:

Tambo «La Natividad» – Coronel Dorrego (Buenos Aires)

Unidad demostrativa en Los Pinos – Partido de Balcarce (Buenos Aires)

 

Evaluaciones técnicas en cuenca santafesina

  • Estudio en un tambo (cuenca lechera santafesina) con biodigestor de 60 m³, capaz de procesar los efluentes de un rodeo de 400 vacas.

Resumiendo: datos y capacidades detectadas

 

Ubicación

Volumen biodigestor

Tipo de sustrato

Producción estimada

Gestión/uso energético

La Natividad (Dorrego)

No informado

Estiércoles tamberos (y residuos)

Piloto, parte de +20 tambos

Generación de energía, extensión técnica

La Pinos (Balcarce)

100 m³

Estiércol vacuno + porcino + aviar

Comunidad, luz y agua

Consumido localmente por cooperativa

Tambo santaf. (ref)

60 m³ (modelo BR-250)

Estiércol 400 vacas

~7.665 kg gas natural/año

Sustitución de gas propano + digestato fertil.

A continuación, presentamos una estimación técnica y económica para replicar una planta de biodigestor como la de Los Pinos (Balcarce) en otros municipios de la provincia de Buenos Aires o la región pampeana.

Parámetros técnicos de referencia (escala replicable)

Parámetro base

Valor estimado

Volumen del biodigestor

100 m³ (tanque de hormigón armado)

Carga de sustrato diario

~100 m³ (estiércol vacuno, porcino, aviar)

Producción de biogás

50–60 m³/día (~30–35 kg metano/día)

Potencia eléctrica estimada

Hasta 25 kW eléctricos continuos

Digestato producido

80–90 m³/día (fertilizante orgánico)

Superficie necesaria

~300 m² (instalación básica + sala técnica)

Tipo de gestión

Cooperativa local o consorcio rural

 

Estimación de insumos necesarios

Efluente ganadero: Para un digestor de 100 m³ con carga diaria de ~100 m³, se requieren los residuos de un rodeo de 250–350 vacas lecheras (considerando ~50 kg/día de estiércol por vaca).

Complementos: Puede incluir suero lácteo, purines porcinos, residuos avícolas o vegetales. Requiere separación de sólidos/líquidos previa si hay carga mixta.

Costos estimados (USD, valores 2025)

Item

Costo aproximado (USD)

Obra civil (tanque 100 m³)

18.000 – 25.000

Sistema de agitación y control

3.000 – 5.000

Moto-generador 25 kW

10.000 – 15.000

Tuberías, conexiones, válvulas

2.500 – 3.500

Sistema de carga y descarga

3.000 – 4.000

Instalación eléctrica y sala técnica

3.000 – 5.000

Total estimado

$40.000 – $55.000 USD

 

Impacto ambiental y económico esperado (anual)

Ítem

Valor estimado

Biogás producido

~18.000–21.000 m³/año

Equivalente en GLP

~12.000–14.000 kg GLP/año

Electricidad generada

~200.000–220.000 kWh/año

Ahorro estimado (energía)

~USD 10.000 – 14.000/año

Digestato (como fertilizante)

~30.000–35.000 litros/mes

Reducción de Gases Efecto Invernadero

~80–100 t CO₂e/año

Empleos directos

2–3 (operación, mantenimiento, logística)

Empleos indirectos

5–10 (recolección, agronomía, distribución)

 

Recomendaciones para una replicabilidad municipal

  1. Zonificación: priorizar municipios con:
    • Alta densidad de tambos (>300 vacas por radio 10 km).
    • Cooperativas activas, interés institucional o programas verdes.
  2. Asociatividad:
    • Crear consorcios cooperativos para reducir CAPEX (inversión inicial).
    • Gestionar acceso a residuos complementarios (suero, purines, etc.).
  3. Financiamiento:
    • Programas provinciales (Ministerio de Producción, Banco Provincia).
    • Apoyo nacional (Ley 27.191 de Energías Renovables).
    • Crédito verde internacional (FONPLATA, GEF, IICA, FAO).
  4. Articulación técnica:
    • Acompañamiento del INTA Balcarce, INTI o universidades (UNMdP, UNCPBA).
    • Capacitación de operarios, diseño de mantenimiento.
  5. Monitoreo y medición de impactos:
    • Diseño de indicadores desde el inicio: biogás diario, kWh generado, toneladas de digestato, CO₂e evitado.

Replicar el modelo de Los Pinos es técnicamente viable, con un costo inicial moderado (USD 40–55.000), fuerte retorno social y ambiental, y posibilidad de autofinanciamiento parcial a mediano plazo.

Se trata de una infraestructura sostenible, comunitaria, autosuficiente y escalable, ideal para municipios rurales con actividad tambera. Un abordaje cooperativo —con apoyo técnico de INTA, INTI y universidades— maximiza sus beneficios y viabilidad a largo plazo.

 

Conclusión

La valorización energética de residuos orgánicos, agrícolas y forestales, enfocada desde lo municipal y descentralizado, no solo aporta una solución de gestión de residuos, sino que se erige en un pilar de la economía regional sostenible. Genera empleo local, fortalece la soberanía energética y refuerza la transición hacia una economía circular, con beneficios ambientales y sociales de largo plazo.

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