Autonomía: Rosario se planta
Autonomía: Rosario se planta
La reforma constitucional en Santa Fe abre la puerta al histórico reclamo de Rosario por gobernarse con reglas propias. La ciudad busca consagrar su autonomía política, fiscal y territorial, y dejar atrás décadas de tutela provincial.
Autonomía municipal, lo que se viene en Santa Fe
El 14 de julio se abrirá una puerta largamente esperada en la Provincia de Santa Fe: la Convención Constituyente convocada para reformar la Constitución provincial. Uno de los ejes centrales será, al fin, la consagración de la autonomía municipal. Y si hay una ciudad que ha esperado con los brazos abiertos esa posibilidad, es Rosario. Encerrada en una historia que la ubica a medio camino entre Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, Rosario ha sido siempre una potencia sin corona: más de un millón de habitantes, motor económico y cultural de la provincia, pero sin la estatura institucional que merece. La reforma promete introducir una cláusula que reconozca la «autonomía plena» en lo político, económico, administrativo, financiero e institucional para los municipios. Sin embargo, el propio texto que la impulsa establece condicionamientos: por ejemplo, que las elecciones locales deban coincidir con las provinciales, lo cual ya es una forma de moldear desde arriba la autonomía que se proclama.
Referentes de distintas fuerzas políticas anticipan que la discusión que se viene es mucho más profunda. No se trata solo de una disputa técnica o presupuestaria: reconocer la autonomía municipal podría redefinir las reglas del juego político en la provincia.
Para Sebastián Chale, secretario de Gobierno de la Municipalidad de Rosario, el momento es ahora. “Como ciudad reivindicamos que se haga rápido. Hace más de 30 años que venimos reclamando la autonomía, incluso actuando en algunos aspectos como si ya fuéramos autónomos, aunque no tengamos esa facultad jurídica. No hay ninguna razón para seguir demorándola”, subraya.
Chale también plantea que la reforma debe ser una oportunidad para incorporar garantías constitucionales claves: “Queremos establecer criterios de estabilidad fiscal, asegurar que la seguridad tenga rango constitucional y que se reconozcan algunas facultades también al Ejecutivo provincial”.
Y anticipa lo que vendrá después: “Una vez encaminada la reforma, o incluso paralelamente, hay que avanzar en una futura Carta Orgánica del municipio. Va a ser una necesidad inmediata cuando tengamos el texto de reforma consagrado”.
Rosario y la democracia del futuro
Juan Monteverde, flamante convencional constituyente, apuesta a una mirada más estructural. “La autonomía es central. Y vamos a ir a la convención a darle un sentido más profundo del que se viene debatiendo. Muchos la ven como una cuestión de recursos, nosotros la vemos como una oportunidad de reinventar la democracia”, dice.
Monteverde plantea que la crisis de representación actual debe resolverse desde abajo: “La mayoría de la gente siente que trabaja más para vivir peor. Eso es una deuda de la democracia. Creemos que desde las ciudades se puede empezar a recomponer ese vínculo, experimentar nuevas formas de gobierno. La autonomía es un gran ensayo de imaginación política”.
Para Monteverde, Rosario tiene la chance de “pensarse sin ataduras, con la libertad de imaginar nuevas instituciones y formas de gestión”. Y plantea que también hay un aspecto territorial decisivo: “Tenemos que poder pensar la cuestión metropolitana. Hoy vivís de un lado de una avenida y estás en una ciudad; cruzás, y estás en otra, con reglas diferentes. Dormís en Pueblo Esther y trabajás en Rosario. Las instituciones no tienen respuestas para eso. Hay que pensar gobernanzas metropolitanas para temas como el transporte, la vivienda, la seguridad, los residuos”.
El federalismo que empieza por casa
Alejandra Rodenas, ex vicegobernadora y hoy convencional constituyente, también sostiene que la reforma debe ir más allá del reconocimiento simbólico. “La nueva Constitución tiene que garantizar que los municipios reciban al menos el 20% de la coparticipación provincial, como base para un desarrollo local fuerte y sustentable. La autonomía sin recursos es apenas una declaración de intenciones. Hay que convertirla en un derecho real y operativo”.
Rodenas plantea una “autonomía expansiva”, pensada desde la cooperación regional: “Las micro regiones y el asociativismo deben transitar por la lógica de acuerdos. En esencia, son el resultado de consensos entre gobiernos locales, sobre la base de las necesidades de esas comunidades”.
Y agrega una dimensión redistributiva: “El esquema de coparticipación debe contemplar mayores fondos para municipios con menos recursos. No se puede construir autonomía sobre la desigualdad”.
¿Viceintendentes, nuevos concejos y autonomía metropolitana?
La convencional Lionella Cattalini insiste con que la discusión es histórica: “Hace mucho tiempo que reclamamos por la autonomía. Esta es una gran oportunidad para discutir cómo deben ser las ciudades del futuro, tanto desde lo económico como desde lo político”.
Plantea revisar figuras institucionales: “Hay que discutir si debe existir la figura del viceintendente, si el Concejo debe seguir funcionando como hasta ahora, o si los concejales deben elegirse de otra manera, para acercar la representación a la gente. Rosario ya ha ganado cierta autonomía por su propio trabajo, por ejemplo, en salud pública. Ahora hay que ampliarla”.
También se propone una visión metropolitana: “Tenemos que pensar la autonomía desde una perspectiva regional. Coordinar con las ciudades de la región y a partir de eso diseñar políticas integrales de movilidad, cultura, industria. Rosario no puede seguir siendo una isla”.
Autonomía con seguridad, tributos y participación
El concejal Carlos Cardozo plantea que la clave es lograr una autonomía lo más amplia posible: “Tenemos que hacer lobby, en el buen sentido, para que los convencionales de Rosario y Santa Fe peleen por una autonomía tributaria, política y administrativa real. Que incluso deje la puerta abierta para que, en un futuro, el municipio tenga injerencia en seguridad. No ahora, pero sí cuando estemos mejor, y vamos a estar mejor, estoy seguro”.
Cardozo también apuesta a que la futura Carta Orgánica de Rosario refleje ese nuevo paradigma: “Hay que pensar mecanismos de participación directa, como el presupuesto participativo, que ya no sea solo una ordenanza sino parte de la Carta Orgánica, con un piso claro del presupuesto asignado”.
Y pone el foco en el empleo público: “Tenemos que abordar las condiciones laborales de los trabajadores municipales. La ciudadanía tiene una mirada muy crítica sobre eso. Hay que cambiar la lógica del empleo público para que la administración municipal funcione mejor. Se ha hecho un esfuerzo grande en estos años para lograr equilibrio fiscal y superávit. Ahora hay que sostenerlo y transformarlo en más y mejores servicios”.
Rosario, esa ciudad
Rosario es única en el mapa argentino. Una gran ciudad del Nuevo Mundo sin fecha de fundación. A diferencia de otras metrópolis latinoamericanas, Rosario surgió como las ciudades de la antigüedad: un poblado que creció con el tiempo, sin acta ni ceremonia inaugural. Por eso se siente distinta. Por eso, cuando Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento le negaron el título de capital federal, la herida quedó abierta.
Desde entonces, Rosario se ha proclamado capital de todo lo que pudo: del fútbol, del helado artesanal, de las mujeres más hermosas del país. Pero sigue siendo, en el fondo, una reina sin corona.
La reforma constitucional no le dará esa corona soñada, pero podría entregarle un paliativo: el derecho a pensarse a sí misma, a gobernarse con reglas propias, a decidir sobre su futuro. Autonomía no es sólo un término legal: es una forma de existencia política.
Y quizá, esta vez, Rosario consiga al menos lo que se merece: dejar de ser el patio trasero de una provincia que muchas veces la trató con recelo, y empezar a ser lo que ya es en los hechos: una capital sin burocracias que la limiten. Una ciudad que, sin pedir permiso, hace tiempo intenta gobernar su destino.
Fuente: Rosario/12