Residuos y potencial de sustitución energética
Residuos y potencial de sustitución energética
Nuestro país enfrenta el desafío de manejar 40.000 toneladas diarias de RSU y 1.800.000 toneladas anuales de RINEs. La falta de infraestructura y normativas efectivas limita el potencial de valorización energética, una solución clave para reducir enterramientos, erradicar basurales y aprovechar recursos energéticos que podrían abastecer a 610.000 hogares al año.
Lic. Witold R. Kopytyński *
Nuestro país genera diariamente unas 40.000 Tn de RSU, y cerca de 1.800.000 Tn/año de RINEs (residuos industriales no peligrosos) asimilables a RSU. De éstos del AMBA son 14.000 Tn/día de RSU, y 400.000 Tn/año de RINEs.
Residuos particularmente fuera de toda gestión son los neumáticos fuera de uso (NFU), de los que se generan unas 120.000 Tn/año en todo el país.
En los últimos cinco años ha habido una cierta proliferación de normas en el marco regulatorio ambiental intentando encauzar el destino de estos residuos de manera sustentable y atendiendo a la minimización, recuperación, reuso, reciclaje y revalorización en una secuencia jerarquizada de prioridades de tratamiento y destino.
Este marco regulatorio, en muchos casos denominado GIRSU, ha avanzado más rápidamente que la instalación efectiva y eficiente de infraestructura para dar cumplimiento a lo que el mismo marco regulatorio intenta dar encaminamiento. El resultado es un marco carente de sustento y por tanto de viabilización e implementación eficiente.
A la fecha la infraestructura para la correcta gestión y disposición de los residuos urbanos e industriales es prácticamente inexistente, frente a la masa generada anualmente y la demanda de los generadores.
Las obligaciones de los particulares, empresas así como de los entes reguladores quedan, por tanto, en enunciados de buenas intenciones y expresiones de deseo, pero sin dar lugar a soluciones.
No obstante lo expresado pueden identificarse algunas instalaciones ya en funcionamiento en torno al CEAMSE y que han surgido del compromiso de la CABA con dicho ente, mediante la instalación de una planta de Tratamiento Mecánico-Biológico (MBT), así como la generación de energía eléctrica a partir de biogás obtenido de las celdas más recientes del Relleno Norte III. En proceso de licitación se encuentran otras dos plantas MBT.
Este modelo de gestión es el que debe multiplicarse en las grandes ciudades.
Queda, no obstante, en este modelo, sin implementar la revalorización energética de casi un 20% de los RSU, que van a enterramiento. El impedimento estriba en la regulación que prohíbe la incineración de los residuos de la CABA, confundiendo incineración y revalorización energética por coprocesamiento.
El coprocesamiento implica la utilización de los recursos energéticos contenidos en residuos clasificados y convertidos a CSR (combustible sólido recuperado) producido bajo normas, en particular la CEN/TS 15359. Difiere de la incineración en tanto que no genera emisiones de dióxido de carbono adicionales, y permite el ahorro de combustibles fósiles mediante la sustitución térmica.
La consecuencia inmediata es que los rellenos sanitarios están al límite de su vida útil, particularmente en la región del Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y las alternativas de infraestructura no están disponibles para dar cumplimiento al marco regulatorio.
A ello hay que agregar que en numerosas localidades y provincias la práctica de los basurales sigue siendo lo habitual.
En varias Provincias existen inventarios de basurales a cielo abierto desde hace más de una década, sin ningún tipo de control ni resguardos técnicos, que al día de hoy siguen funcionando y no han sido erradicados.
En términos de potencial energético, tomando solamente los datos de generación de RSU y RINEs de la región del AMBA podemos hacer estimaciones de cuántas Gcal (gigacalorías) podríamos ahorrar en equivalente de gas natural asumiendo que la infraestructura de procesamiento y de incorporación en los destinos de consumo estén disponibles. Esto último implica que los usuarios deben necesariamente realizar modificaciones en sus instalaciones para poder utilizar el CSR.
De las 14.000 Tn/día que ingresan al CEAMSE diariamente cerca del 20%, es decir 2.500 Tn/día, es lo que se denomina rechazo, va a enterramiento, y puede ser procesado para transformarlo en CSR con un valor promedio de 4.000 Kcal/Kg. De las 400.000 Tn/año de RINEs que ingresan al CEAMSE, podemos asumir que 200.000 serían aprovechables para valorización energética. De todo ello resultaría que habría disponibles bajo la forma de CSR unas 4,4 E+06 Gcal/año, equivalentes a 4,6 E+08 m3/año, es decir 460 millones de m3/año, lo que a su vez corresponde al consumo de aproximadamente 610.000 hogares por año.
La erradicación de basurales, con la consecuente remediación de los sitios contaminados es una prioridad sanitaria y ambiental.
En estos sitios la propagación, por medio de diversos vectores, de agentes patogénicos es uno de los mayores peligros a los que se ve expuesta la población. Los mismos basurales concentran sustancias tóxicas que contaminan el suelo y llegan a las napas, a lo que se suman los gases de combustión incompleta en las quemas.
La política ambiental y los programas de promoción necesariamente deben apuntar a facilitar la instalación de los centros de procesamiento de los residuos urbanos e industriales no peligrosos, sea con los debidos permisos de tecnologías como las facilidades de financiación de los entes de gobierno específicamente dedicados a la promoción del desarrollo sustentable.
Una política sostenible y consistente a mediano plazo en este sentido permitirá minimizar fuentes de contaminación, a la vez que recuperar como fuentes de energía residuos que en la actualidad se desperdician en enterramientos. Un contraste claro y notable es la importación de creciente de gas (alrededor de 13.000 millones de m3/año).
Una política proactiva debe encaminar los esfuerzos hacia la erradicación de los basurales, la minería de enterramientos para recuperar reciclables y revalorizar los residuos energéticamente, así como proceder a la remediación de los sitios.
Paralelamente, y en conjunción con los otros medios tecnológicos ya enunciados, las políticas globales de gestión de residuos necesariamente deben dirigirse a la minimización de los enterramientos, dejando este recurso como el último de una cadena de opciones que ya han sido descriptas al comienzo de esta nota. El cambio de paradigma va en la dirección del enterramiento nulo y la recuperación de usos del suelo mediante su puesta en valor.
La política por tanto debe promover leyes de presupuestos mínimos que permitan claramente la implementación en el corto plazo de la infraestructura necesaria para dar solución a una de las fuentes más importante de contaminación de suelos y aguas, e incluso del aire en los casos de basurales en los que aun se practica la quema como medio de reducción de volumen.
En este sentido pueden enumerarse las siguientes:
a. Ley de presupuestos mínimos de gestión y revalorización energética de neumáticos fuera de uso (NFU)
b. Ley de presupuestos mínimos para coprocesamiento de residuos con valor calórico residual en empresas de alta demanda energética (i.e. centrales de generación térmica, altos hornos siderúrgicos, hornos cementeros)
c. Ley de presupuestos mínimos de eliminación de enterramiento de residuos y eliminación de basurales, incluyendo la minería de los mismos.
Sin perjuicio de lo enumerado precedentemente queda pendiente la dinamización y puesta en marcha de plantas de procesamiento para revalorización energética, reciclado de materiales, y erradicación de basurales así como la remediación de los mismos.
Todo esto constituye uno de los pilares de la acción de gobierno en materia ambiental, y que debe ser una de las directrices para el próximo decenio.