El localismo, fuente de sentimiento patrio
Por Francisco J. Vocos
Si hay algo que está íntimamente ligado a la vida del hombre, ese algo es el lugar donde vive. El lugar está siempre presente en el recuerdo, asociado a los momentos agradables o dolorosos de la existencia. Y lentamente, con el andar de los años, las cosas del lugar van aferrando el corazón, hasta convertirse en elemento vital imprescindible, fuera del cual, como el pez fuera del agua, ya no puede vivir.
Esta inclinación de la naturaleza constituye, desde el punto de vista del progreso social y del interés patriótico, uno de los factores que deben ser más considerados cuando se emprende una obra de sentido nacional.
El localismo, rectamente entendido, es la más pura fuente del patriotismo. El gran cuerpo de la Nación no es algo difuso o informe; por el contrario, es una cosa concreta, con límites precisos, con un territorio bien determinado y en el cual se van individualizando las grandes divisiones, las subdivisiones, y finalmente los lugares más pequeños donde la vida se concreta y se crean los centros de población. Y la vida de estos centros poblados va recibiendo de la configuración del terreno, de sus riquezas, de su situación dentro del territorio, de su clima, etc., influencias diferentes y va creando modalidades particulares, donde se manifiestan las infinitas posibilidades que el hombre tiene para desenvolverse y progresar y perfeccionarse en la vida. Esta influencia va creando una sensibilidad particular y hasta una manera de entender. Cuando el paisaje que circunda encuentra un hombre preparado espiritualmente para captar su armonía y expresarla, el lugar resplandece en poesía o en música y el prestigio alado del verso o la canción va pregonando a lo lejos que en aquella región se vive, se lucha, se ama o se sufre, en una palabra, que hay seres hermanos que tienen un alma y que esa alma no ha sido recibida en vano.
Por otra parte, al honor del nacimiento y de la ciudadanía y a la protección que dispensa el Estado, corresponde el deber del patriotismo, el deber de contribuir con todas las fuerzas al engrandecimiento de toda la Nación. Pero, salvo casos excepcionales, este deber se restringe y localiza. Cada grupo de población recibe entonces el cargo de hacer progresar su porción correspondiente. Si los moradores de cada ciudad, o villa, o pueblo, comprendieran que ésa es su obligación de hacer patria y que luchando cada uno en su sitio se lucha por la grandeza de la Nación, muy pronto se vería el valor de este esfuerzo así distribuido y coordinado.
Éste es nuestro deber como habitantes de la ciudad. Luchar por ella, por su adelanto moral y material, teniendo siempre delante de nuestros ojos la presencia augusta de la Patria.