El municipalismo como política de estado en Buenos Aires

Luis Gotte

Eurípides, poeta de la antigua Grecia, decía que “el primer requisito de la felicidad es que un hombre nazca en una ciudad famosa”. Millones de bonaerenses, aunque no hayan nacido en ciudades, buscan en ellas su felicidad. Desde hace mucho tiempo se dice que “Dios está en todos lados, pero atiende en La Plata…”. Ya es hora que nuestros pueblos dejen de levantar su mirada hacia la ciudad de las diagonales y diga “Dios está en cada uno de los 135 Municipios”.

Hoy nuestras comunidades sureras, las “patrias chicas” de Esteban Echeverría (1833), no poseen las herramientas para crecer, desarrollarse y organizarse como comunidad, es más, ni siquiera sus poblados pueden transponer la categoría de pueblo a ciudad. Por una muy sencilla razón, sus hijos migran buscando un futuro que su lugar de nacimiento les niega. Nuestras comunidades se vacían de jóvenes. Tenemos una región con un potencial inmenso y totalmente desaprovechado.

El gran problema de nuestra enorme provincia es la migración de su juventud. Nuestros hijos, nuestros hermanos y amigos de la infancia, con los que hicimos la primaria, terminamos la secundaria y soñamos nuestro futuro, parten en su mayoría en búsqueda de mejores oportunidades.

Muchos de nosotros partimos cargados de sueños, de esperanzas, buscando lo mejor. Dejamos el suelo amado, la casa donde nacimos y crecimos felices. Pero la realidad pronto nos muestra su verdadero rostro, el nuevo ambiente de transfrontera es de naturaleza hostil e inmediatamente se nos vuelve en contra. La ciudad, la gran urbe, no es amigable para el que viene a “invadirla”. Te modifica y cambia tu subjetividad, tus impresiones, tu espíritu de cierta inocencia edénica.

Debimos dejar nuestros recuerdos, nuestros espacios y vivencias que hoy tanto “nostalgiamos”. De una añoranza al terruño desde el momento en que dejamos de caminar sus calles y sentir el viento surcar nuestros rostros cargados de fantasías…como dice un viejo tango “lejana tierra mía, bajo tu cielo quiero morirme un día, con tu consuelo, con tu consuelo”

Cada gran urbe bonaerense, como Mar del Plata, Bahía Blanca, Tandil etc., ven formar su propia CONURBANACIÓN, un fenómeno de caos urbano y de crisis social. Esto debe ser interrumpido, por ello la batalla que debemos dar es la batalla por los pueblos.

¿Cómo evitar este desplazamiento migratorio ruralidad-ciudad, pueblo-ciudad? ¿Cuáles son los dispositivos políticos que permitirían revertir la situación de escape, de huida, de nuestros jóvenes de su “communitas”?

La magnitud creciente de los problemas urbanos y la falta de reacción de las administraciones municipales llevan a reflexionar acerca de una crisis general y profunda del Modelo Municipal que surge del Decreto militar 6769/1958 -Ley Orgánica de las Municipalidades- y a repensar un nuevo modelo municipal bonaerense.

Debe entenderse que la crisis actual del Municipalismo es de actualización y no de “sustitución” o “extinción” de los mismos, pues se trata de una institución histórica que sólo requiere adecuarla a las realidades y necesidades de nuestros paisanos.

El Municipio configura de por sí una insustituible forma de descentralización del poder y de la creación de un ámbito propicio de participación de la comunidad. En este último aspecto, es urgente legitimar canales de comunicación entre las autoridades y sus paisanos, para expresar sus criterios y deseos acerca de cómo debe ser la comunidad, cómo debe desarrollarse y a qué intereses y aspectos debe darse preferencias. Porque, en definitiva, somos los trabajadores los que vivimos día a día en ellas. Esto no significa burocratizar o anarquizar las decisiones, sino entender que es el trabajador -como persona humana y no como ciudadano o vecino- quien, con sus impuestos, sostiene toda la estructura de los aparatos del estado, por lo que su voz debe ser escuchada, creando los mecanismos necesarios para su ejecución y operatividad. No basta con votar a sus representantes cada dos años.

Hoy más que nunca es necesario readecuar, reformular y replantear un nuevo enfoque Municipal desde la filosofía FEDERAL. Tarde o temprano las reformas se harán. Ahora, ¿bajo qué paraguas ideológico se realizarán?

Si se realizan desde concepciones ideológicas «a la europea», una vez que ellos, la dirigencia política, planteen estas reformas, no habrá tiempo para lamentaciones…nuestro pueblo bonaerense sufrirá las consecuencias, porque no se adecuarán a sus realidades. Y en nuestra historia tenemos muchísimas experiencias al respecto.

Por lo tanto, como bonaerenses debemos intentar reflexionar los cambios que se deben ejecutar en la provincia de Buenos Aires para lograr los objetivos de un pueblo feliz en Municipios prósperos.

Somos conscientes de las reacciones en contra cuando se plantean cambios en épocas de crisis, temores, dudas, vacilaciones, inseguridades. Los Municipios de la urbanópolis metropolitana serán muy remisos a implementar algún tipo de modificaciones al sistema actual, y el gobierno platense sentirá perder su poder centralista.

La única verdad es la realidad. Necesitamos un cambio de paradigma, en el sentido de transformar la relación entre La Plata y sus Municipios. Precisamos de una reforma política que nos permita una construcción del poder municipal, con más autonomía, con sus Cartas Orgánicas y sus organizaciones vecinales. Desde el trabajador, unido y organizado, formado y comprometido. Es la labor que corresponde cumplir en nuestros días; vale decir, una democracia integrada, donde cada uno hace su vida con toda amplitud y toda libertad, pero luchando para que su comunidad se realice y haciendo posible que, en esa comunidad realizada, cada uno pueda, de acuerdo con sus condiciones y según sus esfuerzos, realizarse a sí mismo.

Luis Gotte
Fuente: Prensa Regional

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